Entrevista a...
Violeta Parra, 1917 - 1967
Digna y brillante representante del
folklore nacional.
Portada de su "Antología" publicada en 1999.
Brillante cantora popular, Violeta la chillaneja aprovechó desde los nueve años la necesidad de su familia para desarrollar su talento musical,entre juegos infantiles y en medio de una futura familia de artistas. Su canto fue su pan desde siempre y pronto descubrió que había mucho de folklore que descubrir en las tierras sureñas, dedicándose a recopilar lo más profundo de la cultura popular. Creadora incansable, aplicó su talento además en otros géneros como la pintura, la cerámica y la artesanía. Sus letras de profundo sentimiento y de identificación con los anhelos de justicia de su tiempo son parte de lo más valioso y querido del arte nacional.
Pablo Román, Periodista Lanet S.A.
“Me enojo con medio mundo para salir adelante porque todavía ni la décima parte de los chilenos reconoce su folklore, así que tengo que estar batallando casi puerta por puerta y ventana por ventana, es harto duro todavía, es como si estuviera empezando recién, más bien.“
“Yo reconozco, amo y venero el canto a lo humano y el canto a lo divino, desde el punto de vista del texto literario y del punto de vista musical. Basta con conocer un verso a lo divino para conocer el espíritu fino, sabio y delicado del cantor chileno.”
Violeta nos cuenta su vida e infancia en una entrevista radial poco difundida que transcribimos.
“Aquí presento a mi abuelo
Señores demen permiso
Él no era un roto chorizo
Muy pronto van a saberlo
En esos tiempos de duelo
Era entendido en las leyes
Hablaba lengua de reyes
Usó corbata de rosa
Batelera elegantosa
y en su mesa pejerreyes”
Esto quiere decir que mi abuelo paterno era un hombre que vivía muy bien, era abogado de mucho prestigio. Mi abuelo materno, en cambio, era un campesino de aquí de Chillan para adentro, un inquilino, un obligado, un explotado.
“Ya pudieron conocer
El origen de mi paire
Al contrario el de mi maire
Bien distinto si que fue
Aquí lo relataré
Sin faltar a la verdáh
Porque odio la falsedáh
Así como amo la –
En los campos de Malloa
Vino al mundo mi mamá
Mi abuelo por parte maire
Era inquilino mayor
Mayordomo y cuidador
Poco menos que del aire
El patrón con su donaire
Lo tenía de obligado
De segador de empleao
De chacarero y rondín
Por ahora en el jardín
De hortalizero forzao”
Yo celebro que mi abuelo haya sido campesino, Mario, aquí cuento una parte de una de las grandes fiestas que se celebraban en casa de mi abuelo:
“La cena ya se sirvió
En una mesa largucha
En cada plato una trucha
Pa la trucha un botellón
Pa la botella un copón
Pa la copa una galleta
Encima una servilleta
Con un plateado cubierto
Como el pescao está muerto
Le asoma ají por la jeta”
Si yo me pusiera a hablar de todo no terminaría ni en un mes, así que voy a saltarme un poco para hablar de cuando yo tenía cuatro años:
“La suerte mía fatal
No es cosa nueva señores
Me he dado sus arañones
Desde chica sin piedad
Batalla descomunal
Yo libro desde mi infancia
Sus terribles circunstancias
Me persiguen con esmero
Dejándome años enteros
Sin médula ni sustancia
Dice mi mama que fui
Su guagua más donosita
Pero la suerte maldita
No lo quiso consentir
Empezó a hacerme sufrir
Primero con la alfombrilla
Después la fiebre amarilla
Me convirtió en orejón
Otra vez el sarampión
La rabia y la culebrilla.”
Entonces ahí sigo contando yo hasta el momento que me dio la viruela y que fue horrendo, en Lautaro, porque por causa de mi peste se murieron como 25 personas en Lautaro, en ese tiempo no había remedio para este mal, sin embargo yo me salvé porque los diablos malos no se mueren nunca. Jajaja. Te voy a contar, voy a leer una décima de la gente como fue cayendo. La peste me dio en el tren, no.
“En ese estado tan cruel
Termina la diligencia
Salimos de la presencia
Fatal del maldito tren
Esperan en el andén
Al mentado profesor
Conferenciante y cantor
Y a su familia inocente
Varias personas decentes
Que los tratan con amor”
Y eso fue en Lautaro cuando mi padre fue a hacer clases.
“Viendo la preocupación
Que a mi maire gobernaba
Y en la respuesta que daba
Supieron de su dolor
Le trajeron un doctor
Después que nos instalaron
Y en un hotel los dejaron
Con mucha solicitud
Sin sospechar el ataúd
Que por miles le llevamos
Vinieron muchas visitas
Al principio a saludar
Y después a preguntar
Como estaba la guagüita
Detrás de esa preguntita
Estaba la muerte asechando
Porque se van contagiando
La fiebre los atraganta
Los pobladores se espantan
Sin saber que está pasando
Cayeron grandes y chicos
Con la terrible epidemia
Más grande que la leucemia
Murieron pobres y ricos
Al suelo un tal Federico
Y otro llamado Fidel
Y dos que estaban con él
Unos tales Pérez Caro
Que visitaron Lautaro
Y jamás pudieron volver
Se desparrama la noticia
Con tanta velocidad
Que viene la autoridad
A descubrir la malicia
Mientras tanto con delicia
La culpable se mejora
Su mama rezando implora
Por su pronta mejoría
Y al panteón día por día
Cayeron varios señorah”
Voy a saltarme otro poco…
“No escapaba ni el vacuno
También probó la lanceta
Que la inocente Violeta
Clavó sin querer ninguno
Tres meses pasó en ayuno
Con ese terrible grano
Que le arrancó de las manos
y.......... lah uñah
Su cuerpo era una pezuña
Solo costrón inhumano
Y afuera estaba que se arde
La desgracia por doquiere
Alguien de buen proceder
Dispuso esa mesma tarde
Los enfermos que se guarden
De ventiarse sin objeto
Para eso está el asaeto
Que el alcalde levantó
Con la ayuda de (dios)
Que en estos casos correcto”
Y al fin, como te iba diciendo Mario, murió tanta gente por mi culpa, yo lo siento de verdad, claro que si no hubiese habido ese motivo, tampoco hubiera hecho las Décimas.
Entrevista de Mario Céspedes en Radio Universidad de Concepción, 1958