Entrevista a... Alberto Hurtado, 1901-1952 El retrato más recordado del santo chileno. Manuscrito: "Rumbo de la Vida" de 1946. Alberto, el único santo sonriente, riendo con sinceridad, con el alma, cada vez que entregaba su obra para cumplir con su ejemplar idea de sacerdocio, acercar la iglesia a las calles y ofrecerles a los Cristos que en ella viven, un hogar, el Hogar de Cristo. Nacido en una familia católica, de pequeño siguió su vocación religiosa accediendo a una educación en Chile y el extranjero desde donde vuelve para recorrer un país que le parece injusto y en el que es necesaria otra significación del catolicismo. La pregunta para él fue una: ¿Es Chile un país Católico? Este atrevimiento no le trajo sólo simpatías pero fue el impulso que necesitaba para seguir adelante con su obra de caridad que, más allá de los milagros póstumos, le aseguraron un lugar en la santidad.
Pablo Román, Periodista Lanet S.A. Alberto nos lega cerca de 12.000 páginas escritas desde donde extraemos su pensamiento: “La meta es la conquista para la justicia social de los trabajadores para que un día dejen de ser proletarios es decir, hombres-máquina que sólo tiene su fuerza en el trabajo como dice Marx para convertirse en hombres y mujeres con un papel humano y divino en esta tierra”. Entrevista en revista Ercilla, 1947
“A quiénes amar: A todos mis hermanos de humanidad. Sufrir con sus fracasos, con sus miserias, con la opresión de que son víctima. Alegrarme de sus alegrías. Comenzar por traer de nuevo a mi espíritu todos aquellos a quienes he encontrado en mi camino: Aquellos de quienes he recibido la vida, quienes me han dado la luz y el pan. A todos aquellos a quienes he socorrido, ayudado, sacado de un apuro... Los que me han contrastado, me han despreciado, me han hecho daño. Aquellos que he visto en los conventillos, en los ranchos, debajo de los puentes. Todos esos cuya desgracia he podido adivinar, vislumbrar su inquietud. Todos esos niños pálidos, de caritas hundidas... Esos tísicos de San José, los leprosos de Fontilles... Todos los del mundo: son mis hermanos”.
A Quiénes Amar, reflexión, 1947
“El católico ha de ser como nadie amigo del orden, pero éste no es la inmovilidad impuesta desde fuera, sino el equilibrio interior que se realiza por el cumplimiento de la justicia y la caridad. No basta que haya una aparente tranquilidad obtenida por la presión y la fuerza, es necesario que cada uno ocupe el sitio que le corresponde, conforme a su naturaleza humana, que participe de los trabajos, pero también de las satisfacciones comunes”.
Hambre y sed de justicia Conferencia de 1946.
“No tenemos bastante pan para los pobres, ni bastantes vestidos para los cesantes ni bastante tiempo para todas las diligencias que hay que hacer nuestra misericordia no basta porque este mundo está basado sobre la injusticia nos damos cuenta poco a poco que nuestro mundo necesita ser rehecho”. Reforma de las estructuras sociales, 1947
“Cristo se ha hecho nuestro prójimo o mejor, nuestro prójimo es Cristo que se presenta a nosotros bajo una u otra forma preso, encarcelado, herido en un hospital mendigo en la calle durmiendo con la forma de un pobre, bajo los puentes por la fe debemos ver en los pobres a Cristo y si no lo vemos, entonces nuestra fe es tibia y nuestro amor, imperfecto”.
Conferencia pronunciada en Bolivia, 1950
"Hay que dar hasta que duela". "Si queremos ver lo que nos ama, miremos el camino que recorre por salvarnos". "Buscar el dinero para hacer el bien, sí, pero con tal que se comience cumpliendo con la justicia. Hacer la caridad faltando a la justicia es reírse de Dios". "Hay delitos económicos que son más graves que los homicidios porque son más conscientes y son la causa no de una, sino de muchas muertes y de la corrupción... " "¿Cuál es la verdad más difícil? "Contento Señor, contento". "El joven no ha de ser educado para un ambiente teórico ni para vivir en un invernadero, sino para vivir al aire libre, de su ambiente".
Citas tomadas de Wikipedia “Los sacerdotes podemos, como Judas, traicionar la causa de Jesús, y lo haríamos cada vez que no lo defendiéramos en el terreno en que es atacado. No debe haber ninguna razón que nos autorice a callar: ni el temor de amedrentar a quienes quizás debemos muchos servicios, ni la timidez frente al poder, ni el peligro de ser mal interpretado”.
“Predicar sólo la resignación y la caridad frente a los grandes dolores humanos sería cubrir la injusticia. Resignación y caridad hemos de predicarlas siempre, pero simultáneamente el deber de luchar, con todos los medios justos, para obtener la justicia”.
Hambre y sed de justicia Conferencia de 1946.
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