Sobre Claudio

Chillanejo como grandes de la historia del arte en Chile, Claudio nace con lo que podría llamarse un talento innato. Con sólo tres años y sin saber leer ya interpretaba muy bien los símbolos en las partituras. Mezcla de necesidad y talento, Claudio debe aprender rápidamente el oficio de la madre, el piano, pues el padre del pequeño muere cuando éste sólo tenía un año.

Claudio hace grandes progresos en el instrumento bajo la atenta guía de su madre. A los cinco años, Claudio está en condiciones de ejecutar su primer concierto en su ciudad natal. El asombro de la gente fue grande y no faltaron los que vieron en el niño un Mozart criollo.

El perfeccionamiento de la técnica avanza precozmente y Claudio es elegido en 1910 en el marco de las celebraciones por el centenario de la Independencia, para dar un concierto nada menos que frente al presidente de la república, Pedro Montt. El concierto se repetiría luego frente al congreso nacional y el pequeño Claudio de siete años sería premiado con una beca para estudiar piano en Alemania.

Al año siguiente, Claudio, su madre y sus hermanos se encuentran viviendo en Alemania donde el pianista es encargado al maestro Martín Krause, uno de los últimos discípulos de Franz Liszt, quien se convertiría en el padre musical y figura central en la vida del por entonces joven Arrau.

La muerte de su maestro en 1918, sumió a Claudio en una gran depresión, de la que sin embargo se repondría con las excelentes armas musicales heredadas del Krause. Se inicia un periodo de grandes desafíos para Claudio: Europa espera verlo convertido en una estrella. Y Claudio no defrauda. Inicia una serie de presentaciones a lo largo del viejo continente y el 1921 realiza una gira a Sudamérica rodeado de grandes directores.

El recibimiento en norteamérica no fue el esperado pero no decayó la fuerza del intérprete, menos aún cuando de regreso en Europa, era recibido con el puesto de profesor en el Conservatorio Stern donde él había sido formado.

La segunda guerra mundial obliga al chileno a refugiarse en Estados Unidos donde desarrollaría aún más su talento y alcanzaría un prestigio que lo llevaría a consolidar su carrera. Vendrían cientos de conciertos, giras, grabaciones y reconocimientos. Se publicaron libros, documentales y muchas entrevistas en virtud de su aporte a la música.

Homenajeado en vida, logra importantes premios y títulos en Europa, Chile y e incluso la ONU le otorga el Premio Mundial de la Música en 1983, mismo año que nuestro país le entrega el Premio Nacional de Arte.

Claudio Arrau muere en 1991 a los 88 años siendo muy bien reconocido y como una figura importantísima del arte mundial. Sus restos yacen en Chillán cumpliéndose su voluntad.