Sobre
Críspulo
Cuando me pongo a pensar en que escribir sobre el tata la primera reacción que tengo es un sonrisa porque lo imagino con sus ojitos chinitos de tanta risa por alguna broma que dijo. Me acuerdo también de lo mucho que amaba a la yaye (mi abuelita), y de lo enamorados que se veían hasta el momento en que él nos acompañó.
El tata nació en el sur y se vino muy joven para la quinta región, con la yaye y sus tres hijos Mª Isabel (Mabel, mi mami), Patricio (Pato) Y Mª Soledad (Marisol). Fue profesor de Educación Física y amante del básquetbol, inició rápidamente su profesión tanto como profesor y director del liceo B-17 de La Calera, en donde fue y es hasta hoy muy reconocido y recordado por su labor. El tata era muy comprometido por las cosas que hacía y era demasiado correcto.
Me acuerdo cuando pasábamos cerca de un canal en el auto hacia la parcela en donde vivía y me enseño a decir “agua, agua” entonces era de siempre que íbamos por ahí que teníamos que decir lo mismo incluso ya yo grande, o las anécdotas de los lentes perdidos, el de-libre tata o salud por el viejo.
Recuerdo momentos regando la parcela, yendo a recoger paltas, lo amante que era de sus perros, cuando aún estaba de buena salud estar cortando leña en las tardes o recogiendo palitos para un asado o para la chimenea.
Me encanta saber que le dio lata cuando me cortaron el pelo y me lo dejaron melena o que le decía a mi mamá o a la tía Marisol que se maquillaran porque tenían cara de “poto”, el tata no era un abuelo choro, sí era una persona muy inteligente con un humor especial.
Por aproximadamente 20 años hasta que falleció, vivió en la parcela de La Cruz con la yaye, el Maximiliano y el Moctezuma (sus perritos).