Sobre
Luis Rubén Segundo
Luis Rubén Muñoz
Nacido en Cutemu, localidad campestre de la VI región de Chile, ubicada a un par de horas de la arístocrata y latifundista Santa Cruz, a principio de los años 30 en el seno de una gran familia campesina dispersada por la localidad.
Pasó su infancia y juventud en esta localidad, en medio de la naturaleza y los animales que rodeaban su entorno. En ella vivió el rigor de la formación que daba la vida de campo, sacrificada, agreste y de respeto a los padres.
Siguiendo los pasos de algunos miembros de su familia, entre ellos los padres de mi abuela, su prima, es que parte a la capital a buscar nuevos rumbos, proseguir sus estudios y obtener un trabajo.
En la capital, descubre que sus estudios no se acomodaba a lo que quería sino que el manejar sería un trabajo que lo llenaba por completo. Así el mundo de los camiones y los autos sería su sustento por muchos años.
Ya en la capital decide formar una familia, casandose con quién es mi abuela, Eliana Muñoz, su primahermana, nacida también en Cutemu, aunque por casualidad. De este matrimonio nace Mónica (mi madre), Ximena y Aldo, a los cuales educa siguiendo los rigores de la tradición campestre que aprendió de niño. Este rigor no siempre era aplicable para el, ya que era conocida su afición a la junta con sus amigos y al no comportarse de lo mejor. Así también, es que es nuevamente padre, de mi tío Julio, que también es parte de nuestra familia.
Mónica, la mayor, le reglala una de sus mayores alegrías en la vida, le hace abuelo de Sebastián, es decir de quién escribe estás lineas.
Esto le trae un cambio importante, ya que vive en pleno el dicho de que los abuelos malcrián a sus nietos. Causandole retos de su esposa e hija al provocar que Sebastián no comiera su almuerzo, ya que minutos antes habia comido galletas y dulces cuando iban a comprar justo antes de almorzar.
También recuerdo que me "hacía" manejar su camión y guardarlo a cuadras de su casa, de los asados que preparaba o los panes que me hacía a la once.
Estas cosas, entre otras, para mi hicieron que este hombre se hiciera importantísimo para mi vida, ya que me hacía sentirme profundamente querido e importante. Recibir su afecto ha sido las felicidades más grandes que he experimentado.
Dicen que el tiempo hace mella en todos y el no fue la excepción, padeció 2 derrames cerebrales que mermaron su móvilidad y comunicación.
A fines de los 90, un cáncer detectado tardío termino llevandoselo, dejando un gran vació en su familia directa, tanto cómo su familia del campo, en especial en su hermana y sobrinos, que le reconocian afectuosamente como Don Rua, ya que jamás los dejo de lado, siempre les visito y acompaño.