Sobre
Alumnas Colegio Cumbres
A la cumbre del cielo
La consternación era grande. Eran alumnas de segundo medio que regresaban a Santiago luego de su primera gira de estudios merecida tras un año de disciplina y perseverancia en el estudio y en la Palabra. Quiso la providencia que nueve de ellas partieran antes que nosotros a un lugar donde sin duda ahora nos inspiran y alientan para ser mejores, mejores chilenos.
Eran nueve pequeñas vidas que conocieron la fe profunda y dentro de cada una florecía una personalidad preciosa pues recibieron una enseñanza muy cercana al evangelio, a la familia y a valores.
No les quedó mucho tiempo de entregar toda su formación al servicio del prójimo pero sin duda conmueve a todos el hecho de que poco o nada conocieron de los males de la humanidad, fueron nueve inocencias que seguramente habitan ahora en un lugar mejor.
Pocas veces se vio un último adiós tan conmovedor. Compañeras, profesores, autoridades y todo un país estuvo atento y quiso manifestar su dolor, su solidaridad. Todos quisimos abrazar a esas madres desconsoladas. Las muestras de pesar llegaron desde todas partes y un multitudinario funeral fue la muestra más clara. Hubo también otras formas de honrar la memoria de las menores. La principal red de Facebook creada para expresión de sentimientos rápidamente alcanzó cien mil adhesiones con escritos dirigidos a la familia.
Pero, si pensamos un poco, eran dirigidos a todos, quisimos decirnos a nosotros mismos, tenemos algo que decir, nos une el sentimiento, seamos mejores, tenemos un llamado hacia lo sublime, hacia lo que está más allá, tenemos la esperanza de que hay una explicación incluso para los más grandes dolores. Vimos esa esperanza en las palabras de las madres que perdieron la existencia terrenal de sus hijas queridas pero que alcanzan, al final, consuelo en medio de un sentido compartido de la vida, del sufrimiento y de lo que está más allá de nuestras voluntades.