Sobre
Julio
Nuestro más grande relator deportivo nace en el seno de una familia de inmigrantes españoles que desde pequeño le inculcaron el buen uso del idioma y otros hábitos culturales que se convertirían en el acervo del periodista a futuro.
De pequeño ganó fama de buen orador en el colegio Pedro Nolasco y también gozaba con la actualidad deportiva leyendo cada artículo o revista sobre el tema sobre todo en el fútbol aunque como jugador no tuvo habilidad.
Su pasión de hincha hacia el club de sus amores, la Unión Española sirvió de material para escribir las crónicas deportivas del diario mural del colegio, su primer medio de comunicación.
La poca fortuna económica de su familia impidió que Julio entrara a estudiar leyes como era el deseo materno y se empleó como secretario aprendiendo el oficio de mecanógrafo. Pero en 1945 su suerte iba a mudar y sus sueños comenzaban a cumplirse cuando en la Radio Prat le ofrecen de casualidad hacer de comentarista ante la falta de locutor. El muchacho se anima y de ahí su carrera radial no se detendría hasta pasar por gran parte de las emisoras de Santiago.
Esta carrera ascendente dio frutos en 1962, en el Mundial de fútbol disputado en Chile. En ese torneo, Martínez brilló como el mejor relator, y se consolidó como una figura popular. Su voz marcó el Mundial y quedó inmortalizada en más de un millón de discos que se vendieron con esos goles y la frase "justicia divina" como una marca registrada.
Luego vino la prensa escrita y la televisión. Para la fecha de sus primeros reconocimientos en los años '80, Julio Mertínez era un nombre de respeto en el periodismo deportivo y obtuvo galardones que incluyeron el Premio Nacional de Periodismo.
Trabajando hasta poco antes de morir, su voz resuena aún en cada espacio deportivo y se extrañan sus anecdóticos comentarios sobre el deporte y la vida.