Sobre
Carlos
Hacen unos tres años o quizás un poco más, me encontré con una amiga de la infancia que no había visto por mucho tiempo. Estaba radicada en España y había venido a ver su querido Curicö, sus familiares y sus amigos. Se llamaba Carmen Barrera, quien lamentablemente, hace muy poco tiempo, falleció de un accidente vascular. Ella era para mí unas de esas amigas de barrio, con la que muchas veces caminábamos juntos a nuestros respectivos liceos por allá por la década del 60. El recuerdo que me dejó ese encuentro fue algo muy especial, primero porque la estimaba y admiraba mucho, pero también por algo que en ese encuentro ella me dijo:
“Estas idéntico a tu padre”, ella que no sólo tenía el calor para saludar a un amigo de la niñez, tenía o guardaba además el recuerdo de mi padre. En cierta forma ella me conmovió. Hay muchos curicanos ya adultos mayores, casi todos, que se acuerdan de mi padre y me hacen la misma observación. Me agrada cuando me lo dicen, pero también siento un poco de tristeza, porque él falleció siendo muy joven en el año 1967, y aún recuerdo esa tarde de Abril en que sin saber cómo nos encontramos en la plaza de Curicó llorando con mi hermano mayor, Carlos.
Mi padre, Carlos Véliz Hormazábal, era el mayor de 6 hermanos que llegaron de la costa curicana, Vichuquén, para ser más exacto. Su madre Mi abuelita Melania era del sector Las salinas, y mi abuelito Carlos Véliz Fernandez.
No sé realmente hasta qué edad estudió, lo que sí me acuerdo es que era un gran lector, y en las matemáticas muchas veces teníamos que esperar que él llegara, para poder terminar una tarea. Trabajó desde muy joven, primero en una picaduría repartiendo leña; luego, ya más adulto, empezó a trabajar en el Almacén La Unión.
Allí en la esquina de Montt con Rodríguez en Curicó, allí es donde trabajó la mayor parte de su corta vida.
Pareciera ser que el responsable de que se conocieran es el hermano de mi madre, mi tío Pancho Torres quién en su época de estudiante en la Escuela Normal jugaba por “Alianza” y era un seleccionado de Curicó en Básquetbol, y además una persona muy conocida en el Curicó de los años 40, eran muy amigos, y por los recuerdos que tengo de sus conversaciones, pareciera ser que esta amistad dio la oportunidad para que mis padres se conocieran.
Yo ya he vivido más de lo que vivió mi padre, él se fue antes de los cuarenta años y, por lo tanto, el recuerdo que tengo de él será siempre el de un hombre joven que se fue a una edad que no le permitió conocer a sus descendientes, nueras y nietos. Con mis amigos más cercanos, los del barrio, siempre lo recordamos en su plenitud, ya sea cuando manejaba su bicicleta o, más tarde, su moto marca Honda, lo que lo convirtió en cierta forma en un “distinguido” de nuestro barrio.
¿Por qué se murió tan joven? Yo creo que, fundamentalmente, mi padre cayó en lo que hoy día llamamos depresión, ello lo condujo a una especie de auto-destrucción que no duró más de 2 años.
Él había sido un buen deportista, jugaba fútbol por Deportes Alianza cuando este club era el más importante de Curicó y en donde se hizo de muchos amigos, quienes le llamaban “Carlitos”.
Por cariño, por su sencillez y también por su humildad, era un hombre de bajo perfil, aun cuando tuvo amigos muy leales, que le acompañaron hasta el final. Para mí y mis hermanos su ausencia ha sido terrible y muy pocas veces hablamos de eso.
Mi hijo primogénito se llama Carlos y los dos hijos hombres de mi hermano mayor llevan también ese nombre, Carlos Víctor y Juan Carlos, a manera de homenaje a ese hombre cálido y sencillo, al que la “melancolía” lo llevó a perder el deseo de estar aquí, y marcharse a ese mundo lejano, en el que espero algún día nos encontraremos. Mientras tanto, mis dos hermanos y yo seguimos aquí, viviendo la pesada carga que nos dejó su ausencia.