Sobre
Esteban Mauricio
Mi nombre es María, y quiero dar gracias a las personas que me han dado la oportunidad de dar a conocer un testimonio de la vida de una persona muy querida y especial para mí. Se trata de mi sobrino. Él se llamaba Esteban Mauricio Barraza Figueroa. Fue mi primer sobrino y llegó a este mundo un día 4 de Agosto de 1972, primer hijo de mi hermana Rosa y de mi cuñado Rosalindo.
Esteban fue un niño adorable, de guagüita era muy inteligente y querido por sus abuelos, tíos y vecinos; él fue creciendo y, a través del tiempo, nacieron sus otros hermanos: Alejandro, Jessica y Karina, así que la familia creció. Esteban era muy preocupado y buen hijo, ya que él siempre cuidaba a sus hermanos, siempre fueron muy unidos. Esteban en su etapa escolar era responsable y empeñoso. Yo me acuerdo de muchas cosas bonitas de la época en que vivía con ellos, ya que siempre compartí mucho con mi hermana, cuñado y sobrinos. Siento un cariño muy grande por ellos, porque mis sobrinos han sido muy respetuosos y cariñosos conmigo.
Escribo estas palabras porque me nace del alma hacerlo y me siento muy emocionada al escribirlas. Mi sobrino Esteban tenía un carácter muy calmado, no era rencoroso, él siempre fue muy humilde, trabajador, muy amigable y siempre estuvo cerca de sus padres y hermanos. Esteban trabajaba en la empresa Soquemich, en María Elena. Sus pasatiempos eran salir a todos lados, conocer gente y lugares, pasarlo bien, comprar recuerdos, coleccionar fotos antiguas, latas de bebidas, entre otros.
Mi sobrino Esteban tuvo mala suerte en el amor. A mí me dio mucha pena, porque él era una persona muy cariñosa, de buenos sentimientos: lindos y sanos. Sentí rabia también, porque él merecía tener suerte en el amor y no la tuvo. Cuando Esteban se enfermó y supimos que tenía cáncer, para mí fue un dolor muy grande, ya que era buen hijo, hermano, tío y cuñado. Yo no podía creer que él se iba a morir. Mi hermana, sobrinos y toda la familia se unió para poder apoyarlo en su enfermedad. Se hizo todo lo que se pudo para que él se aliviara, se buscó ayuda por varios lados, la familia se entregó a Dios para que lo ayudara a superar su enfermedad, pero Dios quiso llevárselo para que él no sufriera más. Yo sé que su partida es un dolor muy grande para toda la familia, especialmente para mi hermana. La entiendo y la he apoyado, ya que yo también perdí a una de mis hijas, “Claudita”, que también fue muy querida por su primo.
Esteban, podría decir muchas cosas de ti, “Pelaíto”, pero me da tanta pena. Nos diste una linda lección: la de ser siempre perseverante. Aunque estabas enfermo siempre nos entregaste harto ánimo a todos y siempre te vimos luchando por salir adelante, a pesar de tu enfermedad. ¡Te quiero mucho!.